Las novelas de D'Artagnan
Las grades historias contadas en
los libros llegan a ser famosas entre muchas otras cosas por la empatía que
generan los personajes con el lector. No me considero un devorador de libros,
pero trato siempre de estar leyendo algo en mis ratos de ocio a lo largo mi
cotidiana vida. Como ya les he comentado con anterioridad, Alejandro Dumas es
uno de mis escritores predilectos. Por encima de El conde de Montecristo,
escribió una trilogía de libros llamados Las Novelas De D’Artagnan. Es de estas
últimas a las que quiero dedicar este post.
Pero antes que nada queridos lectores, tengo un pequeño regalo para ustedes. El día sábado 19 y domingo 20 de este mes, estara mi libro Affectus Hominis disponible para su descarga GRATIS en cualquier sitio web de Amazon
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Ahora si continuemos:
Muchas veces me siento cautivado
por los personajes de los libros, ya sea porque representan consciente o
inconscientemente la encarnación de lo que soy o quisiera ser. Bueno, pues al
día de hoy en ningún otro libro he encontrado un personaje que me llene de
fascinación y admiración como lo ha hecho el personaje de D’Artagnan, que junto
con sus tres amigos protagonizan las novelas que he mencionado, de las cuales
la primera y tal vez la más famosa, lleva por título Los Tres Mosqueteros.
¡Paren, paren, paren!, una vez más sé que algunos sabrán y muchos otros creerán
saber de qué se trata la historia, pero déjenme contarles mi interpretación
para ver si en una de esas logro mi cometido, que no es otro más que el de en
la medida que sea, fomentar la lectura.
Pues bien, comencemos:
Athos, Porthos, Aramis &
D’Artagnan, ¡Hooo Si!, aquellos famosos nombres y la frase: ¡Todos para uno y
uno para todos¡ (frase que aparece en el libro dos veces a lo mucho). Pues el
libro se llama Los Tres Mosqueteros porque efectivamente de los cuatro
personajes mencionados, en el libro sólo tres son mosqueteros y el protagonista
D’Artagnan pretende convertirse en uno.
La historia transcurre en Francia
el año 1625, en los tiempos del Rey Luis XIII, (aunque la novela se publicó en
el año 1844, es decir casi doscientos años después de los tiempos en los que se
narra la historia) y cuenta las aventuras de estos cuatro amigos, mismos que
son tan pero tan distintos tanto físicamente como en ideologías. Desde mi
humilde punto de vista Dumas encarna en los personajes cuatro valores; En
Porthos la fuerza, en Athos la nobleza, en Aramis la astucia y en D’Artagnan la
valentía. El libro repleto de historias de amor y desamor, de intrigas y de
pasión, pero sobre todo de aventura y algunas veces comedia, hace que el libro
sea entretenido desde la primera página hasta la última.
Aunque no es estrictamente una
novela histórica, si está basada en muchos sucesos históricos de los más
gloriosos tiempos de la monarquía francesa.
Si bien es cierto que la historia
cuenta las aventuras de los cuatro amigos, el carácter y liderazgo mismo de
D’Artagnan hace que gran parte de la novela gire en torno a él, quien
irónicamente era el más joven de los cuatro. Los personajes tienen también un
lado obscuro. Porthos el más fuerte, tiende a ser un poco glotón y sumamente
interesado en el dinero, está muy obsesionado con subir peldaños en la escala
social a costa casi de lo que sea, repito y subrayo: casi. Aramis, clérigo por
vocación peca de vanidoso y Athos, el más complejo personaje de todos es un
borracho. ¿y D’Artagnan?, pues, aunque no me lo crean es la hora que no le
encuentro defecto, pero si me obligan a encontrarle uno, diría que es muy
ambicioso, pues sueña con un día llegar a ser mariscal del ejército, extremadamente
orgullos y peleonero… ¡hijo de su pinkiri monkey!, quedamos que uno y ya le
encontré tres. Mejor ahí le paramos, no sea que en mi análisis termine por
decepcionarme de él.
Si no hubiera romance en el
libro, pues sencillamente no me habría acabado de cautivar, ven que soy un
romántico empedernido, así que evidentemente, hay amor, pasión y traición.
Porthos es ojo alegre y echando mano de su uniforme de mosquetero, tiene muchos
amoríos, entre ellos con una viudita que le anda haciendo faena en gran parte
por interés. Aramis que, aunque es clérigo, su vanidad lo orilla a coquetear
sutilmente con las mujeres. D’Artagnan resulto más pillo, ya que se mete en un
lío muy grande al andar en amoríos con una jovencita casada llamada Constance.
Athos, este resulta tener un pasado amoroso con la más hermosa de todas las
mujeres, pero también con la más peligrosa, con Milady, quién es también la
villana de la historia y la enemiga a vencer.
Todo decorado con algunas
pinceladas de poesía pura que nos regala Dumas a lo largo de la historia de las
cuales cito textualmente algunas:
…D’Artagnan se veía ya, ¡tan
deprisa camina los sueños en las alas de la imaginación!
El amor, la más egoísta de todas
las pasiones. (esta es mi favorita).
A propósito de un primer amor no
es necesario pedir discreción. En este primer amor va acompañado de una alegría
tan grande que es preciso que esa alegría desborde; sin eso, os ahogaría.
¡Vos habláis de sacrilegio! Pero
el sacrilegio está en la separación de corazones que Dios había formado el uno
para el otro.
¿Dónde encontráis un amor
semejante al mío, un amor que ni el tiempo, ni la ausencia, ni la desesperación
pueden apagar, un amor que se contenta con una cinta extraviada, con mirada
perdida, con una palabra escapada?
Entre muchas otras, solo para que
se den un quemón de la calidad de este escritor.
El libro al final es una
tragedia, que no no no, para que les cuento, mejor léanlo. Tal parece que a
Dumas le gustaba mucho que sus libros terminaran con una tragedia. Este si era
dramaturgo y no pedazos!
Al terminar este libro, me di
cuenta de que lo disfrute tanto, que me dije a mi mismo: - ojalá y alguien me
hubiera hablado de este libro cuanto yo tenía la edad que tiene D’Artagnan en este
libro, lo habría disfrutado aún más.
Me entristecí un poco, pues
quería seguir leyendo más, me había compenetrado tanto con el personaje que
cuando terminé el libro y volví a la realidad snetí re gacho, y es que la realidad a veces es un
poco fea, como lo era en aquel momento de mi vida. Le hablé a una amiga de mi
tristeza y me dijo: - pues lee el libro de Veinte años después!, es la
continuación.
Yo así de: ¡no mames!, mi
expresión hagan de cuenta el emoji que tiene la boca abierta de sorpresa con
las manos en las mejilla
Como siento que quedaría un poco
incompleto el post si lo dejara aquí, les contare a groso modo de que se tratan
los otros dos libros, que efectivamente, resultaron ser la continuación.
Pues bien, como su propio título
lo dice, la historia se narra ahora veinte años después. Aramis retomo sus
votos y esta entregado a los hábitos. Porthos es un viudo rico y aburrido,
Athos también retirado dedica su cuerpo y alma a la crianza de su hijo, si, por
que, en esta parte de la historia, Athos tiene ya un hijo de como diez años
mientras que D’Artagnan ya es el mero mero palomero, (el capitán) de los
mosqueteros. Movidos por diferentes razones, políticas, ideológicas o
económicas los tres mosqueteros salen del retiro para tomar partida en una
nueva aventura, pero por las mismas razones que los llevaron a tomar una vez
más la espada, los separan en dos bandos que terminan peleando entre ellos.
¿Esa si no se la esperaban verdad?, la verdad es que yo tampoco. Pues bien,
D’Artagnan junto con el fuerte de Porthos defienden una causa, mientras que
Aramis y Athos defienden otra. Pero después se reconcilian y unen una vez más
fuerzas para luchar contra el enemigo en común que en este caso es el hijo de
Milady.
La trama se desarrolla
esencialmente entre Inglaterra y Francia, ya que el villano (hijo de Milady)
esta inmiscuido en la corte inglesa. A su vez, D’Artagnan y los
otros tres mosqueteros quieren salvar al Rey Carlos I de una posible
decapitación.
En este segundo libro las
aventuras amorosas desaparecen, debido (pienso) a que los protagonistas ya son
hombres maduros, por lo que el libro es esencialmente acción y aventura, pero
siempre evocando valores extintos hoy en día, como la honorabilidad, el respeto
por el enemigo, la lealtad y la amista.
Al final del libro, una vez más
se vuelven a separar los amigos, pues esta vez parecen más cansados que nunca
para las aventuras (de allí la frase: No es lo mismo los tres mosqueteros que
veinte años después) para nunca volver a estar juntos de nuevo. La verdad el
libro a pesar de ser una continuación es (como rara vez sucede) tan bueno como
el primero.
La tercera y última saga de este
libro, se llama El Vizconde de Bragelonne. Se ambienta diez más tarde que el
final del libro anterior. Por lo que podremos calcular que Athos, Porthos &
Aramis rondan los sesenta años mientras que D’Artagnana es un cincuentón.
Evidentemente los protagonistas ya no están para aventuras, por lo que esta vez
la trama gira en torno a Raúl, el hijo de Athos, quien pareció en el libro
anterior, pero que en este nuevo libro es ya un joven de veinte años, deseoso
de emular las proezas de su padre y sus valientes amigos (es decir Porthos,
Aramis & D’Artagnan) los tan famosos mosqueteros. A la par de esta
historia, se cuenta la trama de como el heredero legitimo al trono de
Inglaterra Carlos II quiere recuperar el trono, por lo que Athos (noble de
familia) leal a la causa monárquica le ayuda, a él se le une el valiente
D’Artagnan movido por la sed de gloria militar que tanto había buscado en
Francia pero que la vida misma y las circunstancias le habían negado (pues por
más méritos que había hecho no había logrado pasar de ser capitán de los
mosqueteros, cuando recordemos que su máximo sueño era ser general del ejército
francés y ganar en la guerra la más alta de las condecoraciones, la del ser
nombrado mariscal de Francia). Después de muchas aventuras Carlos II es
instaurado en el trono de Inglaterra, por lo que D’Artagnan se hace rico pero
nuestro valiente protagonista decía: ¨… uno es valiente porque no tiene nada,
uno no tiene nada porque menosprecia las riquezas. ¨ Es decir, tenía dinero,
pero a él eso no le importaba la gloria militar, era lo único que siempre había
aneldo.
Athos y D’Artagnan regresan a Francia,
este último se pone una vez más a las órdenes del Rey Luis XIV, el famosísimo
Rey Sol (Luis XIII es decir, el papá, ya colgó los tenis), del cual D’Artagnan
conocía y había cuidado desde niño al igual que lo había hecho con su padre
Luis XIII. Allí vienen todas las intrigas y dramas de la corte en Francia.
Entre otras cosas el Rey Sol, es decir Luis XIV se ve atraído por la novia de
Raúl, por lo que envía a este último a la guerra para alejarlo de Luisa y
seducirla. Luisa, la chica en discordia, resulta ser eso, la manzana de la
discordia entre el Rey y Raúl, y por consecuencia Athos, Porthos, Aramis &
D’Artagnan que no solo son leales a su amigo Athos, sino que quieren a Raúl
como su propio hijo. Aquí viene todo un pinche drama, pues se avecina la
colisión de dos mundos, el Rey por un lado desafiando a sus más leales y fieles
lacayos, es decir sus más famosos y valientes mosqueteros por el otro. Como se
podría deducir fácilmente, el maldito Rey se sale con la suya, le baja la novia
a Raúl. Pasu mecha, sólo de acordarme me hierve la sangre, porque el Rey
pudiendo tener a la mujer que quisiese (como en realidad pasaba en su vida y en
la historia del libro misma) quiere también entre sus múltiples queridas tener
a Luisa, la novia de Raúl. Eso me molesta, pero me calienta más aún que la
chica haya caído fácilmente ante el juego del Rey, aunque me molesta, al mismo
tiempo, la entiendo, estábamos hablando del Rey, (quienes les guste la historia
y sepan un poco de los tiempos monárquicos, sabrán la magnitud de lo que el Rey
Luis XIV representa en la historia universal), entonces, pues era de esperarse
que cayera en el juego.
De estas diferencias se rompen
los estrechos vínculos que existían entre Athos que era de la nobleza y el Rey,
no sin antes Athos va por así decirlo, a reclamarle (un mosquetero
reclamándole a un Rey, eso es tener valor y no pedazos) por la bajeza de su
comportamiento, por lo que, de aquella discusión, Athos en una muestra de
carácter y sabiduría termina dándole una catedra al joven Rey respecto a la
moral, el respeto y la honorabilidad. Pero al Rey joven, poco parece importarle
y en cuanto Athos se va, el Rey manda a llamar a D’Artagnan para que vaya a
arrestarlo y lo refunda en la bastilla. D’Artagnan cumple con la orden, por lo
que va al encuentro de su amigo y lo invita a comer, curiosamente a la
Bastilla, una vez sentados con la mesa servida, D’Artagnan le dice a Athos que
lo disculpe un momento, que tiene que atender un asunto y se levanta de la mesa
y se va a buscar al Rey, y le dice en pocas palabras: - Ya está mi cuate en la
Bastilla, tal como me lo ha ordenado… Peeeero:
Si las palabras de Athos me
dejaron de verdad maravillado en aquella conversación que acabo de referir,
aunque fueron infructuosas, fueron una muestra del talento del escritor para
tocar en sus descripciones, fibras muy sensibles de los lectores. A pesar de
que aquel discurso de Athos es excelso y que termina con la ruptura por parte
de Athos de su espada que tantas veces desenvaino en nombre del mismo Rey. Dicho
discurso es superado por las palabras de D’Artagnan que fiel a su amigo Athos y
a Raúl va no a reclamarle al rey por su comportamiento, va prácticamente a
regañarlo, y a diferencia de Athos en lugar de romper la espada en para mostrar
su enojo, D’Artagnan se la entrega completamente decepcionado por servir a un Rey
tan ruin. El rey que no por eso deja de serlo, envalentonado por su poder
desafía a D’Artagnan y avienta la espada al suelo, D’Artagnan completamente
ofendido por el menosprecio de lo más valioso que tiene en la vida, es decir su
espada, le contesta al rey que esa espada solo puede volver a guardarse en dos
lugares, en el corazón de Luis XIV o en el corazón de D’Artagnan y como este último
es leal a la monarquía hasta el tuétano, toma la espada para sumirla en su
propio corazón. Pero avergonzado por la lección que le acaba de dar un lacayo a
su Rey, le ordena que no se mate.
Aquellas escenas en las que Athos
y D’Artagnan van cada quien, por su lado a hablar con el rey para darle una
lección de valores, es para mí la parte más exquisita de todos los libros, es
no solo un derroche de talento por parte del escritor para describir las
escenas al grado que nos hace sentir que estamos allí, en el palacio de
Versalles presenciando la escena misma, sino que forman parte de una profunda reflexión.
Esta última entrega, es la más
filosófica de las tres historias y tiene menos aventuras, pero solo un poquito
menos.
La verdad es que este último
libro es también el más dramático. Raúl no supera la traición de la nalgas
prontas de Luisa, y en un acto suicida se va a la guerra y prácticamente se
hace matar en el frente. El único hijo de los mosqueteros, Raúl, se suicida por
un desamor y de la tristeza por la muerte del hijo, muerte también el padre,
si, se muere o se deja morir como le quieran llamar, todo por el dolor de tener
que enterrar a su hijo, por lo que en lugar de velar solo al hijo también velan
y entierran al padre. Y allí reaparece Luisa, en el funeral, toda lagañosa y
con los ojos hinchados de tanto llanto, llora a ríos, no solo porque ha causado
la muerte de dos hombres buenos y valientes, sino porque el Rey la trata como
era de esperarse, solo como una amante más del montón.
La muerte de Athos es solo el
augurio de que el final de los mosqueteros se acerca. Aramis y Porthos encabezan
una rebelión para derrocar a el Rey Luis XIV y de esa guerra, en una batalla
muere el más fuerte de los mosqueteros, el titán de Porthos. De que otra forma podría
morir aquel gigante? Si no es que sucumbiendo ante unas enormes rocas que
soportaba para lograr la huida de sus amigos, todo eso casi previsto místicamente
por el mismo Porthos en una premonición, este capítulo es otra joya que parece
(y no era para menos) van en una espiral ascendente, hasta que como era de
esperarse culmina con el capítulo titulado: La muerte de D’Artagnan.
Al final, parece que la vida
misma le hace justicia a D’Artagnan y finalmente es nombrado por Luis XIV
general del ejercito francés. Liderando una campaña militar en Holanda (hecho verídico)
y después de haber ganado algunas otras batallas que le valieron una excelente
reputación, finalmente en medio de aquella guerra que dirige, aparecen unos
vasallos enviados por el Rey para llevarle un mensaje donde se condecora con el
título de Mariscal de Francia y entregarle aquel pedazo de madera tallado con
flores de Liz pintadas en oro que siempre había anhelado. Después de haber
escuchado el mensaje, abren frente a sus ojos un cofre para entregarle el
bastón, D’Artagnan estira la mano para tomarlo cuando una ráfaga de balas le atraviesa
el pecho y cae sobre el fango al igual que el bastón… en su último aliento se
encomienda a Dios, se despide de Aramis y saluda a Athos y Porthos. Termina
muerto en el suelo, con los ojos abiertos y mirando su bastón. Se escucha la
trompeta que anuncia una nueva victoria.
Si, si, llore como un niño cuando
leí la muerte de mi mosquetero predilecto. Si algunos lloran cuando se muere Leonardo
Dicaprio en Titanic. Otros lloran cuando matan a la mamá de Bambi, o cuando se
muere Mufasa en el Rey león y Simbad esta: - papá levántate, ya vámonos, y
Mufasa bien tieso ya, porque yo no tendría derecho a llorar cuando se muere D’Artagnan?,
también tengo mi corazoncito.
Pues allí esta, si después de
haber leído el post, si alguno se anima a leer a Dumas, pensare que he hecho mi
pequeña aportación a la humanidad, si no es así, aunque sea vean una de las
tantas adaptaciones al cine, o hasta series han hecho, una muy reciente de la
BBC. No todo es Game of Thrones.
Sarahel.
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